Por Nicolás Quercia
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Dice Eduardo Galeano en “Las venas abiertas de América Latina”, que la
división internacional del trabajo consiste en que unos se especializan en
ganar y otros en perder. Es así, vivimos una realidad en la que unos pocos
concentran la mayor parte de la riqueza que existe, mientras la mayoría se
conforma con el resto. En un mundo esencialmente injusto y lleno de
desigualdades, pocos escenarios igualan más que un partido de fútbol. Porque
por más que haya diferencias de presupuestos, calidad de jugadores, historia o
peso de camisetas, al fin y al cabo todo se reduce a 22 personas enfrentadas
durante 90 minutos.
Una frase popular reza que las
estadísticas dicen lo que los estadísticos quieren que las estadísticas digan. Cierto,
aunque a veces los datos duros pueden ser una muestra más que representativa de
la realidad. Repasemos algunos números. A Juventus
y Parma los separan 200
kilómetros de distancia entre ciudades y una vida en lo institucional. La Juve
es líder en Serie A con 70 puntos,
57 goles a favor y 15 en contra, le lleva 14 unidades de ventaja al escolta Roma, es finalista de Copa Italia y cuartofinalista de Champions League, con un plantel
valuado en cientos de millones de euros. Parma,
por su parte, es colista, lleva 16 puntos en 29 jornadas, con 24 goles a favor
y 54 en contra, está a 10 unidades de Atalanta,
el último equipo que está logrando la salvación. Pero ese es el menor de sus
males; el club está en quiebra, debe 200 millones de euros, su presidente está
preso, los pocos jugadores que no se escaparon por la puerta llevan siete meses
sin cobrar su sueldo y al finalizar la temporada podría descender a la quinta
categoría. Si evita desaparecer.
El fútbol que todo lo iguala los
juntó este sábado en uno de los adelantos de la jornada 30. La Vecchia Signora
guardó algunos titulares pensando en el duelo del próximo martes frente a Mónaco por Champions, aunque saltaron al terreno del Ennio Tardini jugadores de la talla de Arturo Vidal, Giorgio
Chiellini, Claudio Marchisio y
Fernando Llorente. Del otro lado, lo que quedó del exilio parmesano. Un
combinado de descartes de otros equipos con jóvenes sin experiencia. Pero al
fin y al cabo, todo se reduce a 22 personas enfrentadas durante 90 minutos.
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El primer tiempo fue un golpe de
realidad. Juventus atacó por
izquierda, por derecha, por el centro y generó situación tras situación
mientras el Parma hacía lo que podía: aguantar. Primero lo tuvo el argentino Roberto Pereyra. Luego Marchisio. Más tarde, el francés de
origen guineano Kingsley Coman.
Todos tuvieron remates francos y cada uno de ellos chocó con Antonio Mirante, el portero del equipo
de Roberto Donadoni que se erigió en
figura indiscutible en esa primera parte.
Pasó el sofocón y llegó el
segundo tiempo. Y con él, las sorpresas. Como en un cuento de hadas, Parma se convirtió en Cenicienta. A los 15 de la
complementaria, una habilitación a Ishak
Belfodil le permitió al argelino escapar por derecha y entrar con balón
dominado al área de Juventus. Allí
hizo una pausa, vio el panorama y tocó atrás para la llegada de José Mauri, que con un zurdazo potente
al palo derecho de Marco Storari,
venció al guardameta y desató un grito de júbilo entre los miles de parmesanos
que coparon el Ennio Tardini. Mauri es un chico argentino de 18 años
nacido en Realicó, un pueblito con
menos de diez mil habitantes en la provincia de La Pampa. A los 14 se fue a probar suerte a Italia. Quedó en las
divisiones juveniles del Parma y
ante la crisis del club debió saltar a la cancha a los 17 años. Con un puñado
de partidos en Primera y habiendo sido parte de la sub 17 de Italia, le convirtió este sábado a Juventus su primer gol en Serie A. Sí, como en un cuento de
hadas.
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Luego de la anotación de Mauri, Massimiliano Allegri probó con el ingreso de Álvaro Morata para conformar la dupla ofensiva con Llorente con la esperanza de llegar al
empate. La Juve fue pura desesperación y nada de fútbol, demasiados pelotazos y
pocas ideas. Y el Parma… hizo lo que
pudo: aguantar. Belfodil y Santacroce no llegaron al final, ambos
terminaron tirados contra una esquina con calambres, muestra del esfuerzo de 11
jugadores por defender la camiseta de un club que no les paga el sueldo desde
julio de 2014. Y así se vio reflejado en el festejo cuando el árbitro pitó el
final. Jugadores, cuerpo técnico y fanáticos, unidos en un abrazo simbólico,
para olvidar por un día que están en zona de descenso, con quiebra decretada,
200 millones de euros de deuda, el presidente preso acusado de lavado de
dinero, y el club al borde de la desaparición. Porque vencieron a Juventus. El débil le ganó al poderoso.
Y se permiten soñar. Como en los cuentos de hadas, sigue bailando Cenicienta, que aún no dan las 12.
Formaciones:
Parma: Mirante; Nocerino, Santacroce (Cassani), Gobbi; Belfodil (Prestia), Feddal, Mauri (Lila), Jorquera, Mendes; Varela, Guezzal.
Juventus: Storari; Lichsteiner, Ogbonna, Chiellini, Padoin; Vidal, Marchisio, Sturaro (Pepe), Pereyra (Morata); Coman (Vitale), Llorente.
Estadio: Ennio Tardini
Gol: Mauri (60´)