Por Tomás R.
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| Ménez celebrando uno de los tantos del Milan-Parma ( |
La
Serie A preparó el fin de semana un plato que combinaba cuatro ingredientes que
luchaban por resaltar frente al resto y además quería dejar satisfechos a sus
comensales con una buena porción de rudeza, una pizca de goles combinados en
una misma pizza: Genoa – Fiorentina y Milan – Parma.
El invierno
Hay
platos que suelen servirse fríos y hay otros que son fríos de por sí. En el caso del Parma las relaciones a lo bajo
de temperatura no es muy distante. Se trata de un equipo que comenzó la
temporada con mucha ilusión, pero que ahora busca, literalmente, sobrevivir. Se
encuentra en la última posición de la tabla con nueve puntos.
El
partido del domingo frente al Milan se antojaba expectante ya que se trataba de
un rival que, en el momento, no estaba del todo fuerte sino que venía con una
mala racha de pérdidas consecutivas. Podía ser la oportunidad, parecía posible.
Tenían un nuevo jugador en sus filas Cristian Rodríguez, uruguayo, casta de
guerrero. Los primeros minutos fueron igualados hasta que vino el gol.
Se
repetía la tan temida historia. Tras una mano algo dudosa le es concedido al
Milan un penalti en el minuto 17’ que cobraría Ménez, con buena colocación, y
gol. Aunque la esperanza no la perdían. A los pocos minutos, exactamente a los
siete minutos de recibir el gol, los auriazules responderían. Un barullo en el
área de rossoneri dejó servido el balón para Nocerino que la mandaba sin
contemplación al arco y le marcaba a su ex-equipo. Milan 1-1 Parma, minuto 24.
Pensaban que podían, sí que parecía, pero la
sombra de los apenas nueve puntos volvió. Ménez al 57’ tras una galopada de
Cerci y el pase con precisión al área le daba el 2-1 a los locales. Y luego,
tras otra asistencia de Cerci, Zaccardo marcaba y obtenían el 3-1 definitivo.
Una noche más que fría para el Parma que ya no puede tener más opciones sino
que ganar y no ser el ingrediente frío de la pizza.
La primavera
Si había un equipo que debía resurgir y volver
a la senda del triunfo por obligación y deber era el Milan. No ha tenido una
excelente temporada y el calificativo de “regular” a veces termina siendo,
valga la redundancia, regular por lo inconstante de sus rachas. Venían de
cuatro partidos con derrotas de forma consecutiva y cada vez que las cámaras
enfocaban a Inzaghi el cuestionamiento no hacía más que cosquillear.
El escenario le sentó bien al Milan en el
partido contra el Parma por varias razones. La necesidad de llenar un estadio
que cada vez se veía más vacío a pesar de sus banderas ondeantes y los leales
fanáticos que no le han abandonado en las últimas campañas era apremiante. Para
todas esas situaciones el legionario francés Ménez salió al rescate.
Al minuto 17’ abría el marcador cobrando un
penal y al 57’ ponía a ganar a su equipo con un 2-1. La sustitución no hizo más
que servirle de recompensa con los aplausos de una fanaticada agradecida de
todos los servicios que está realizando, y no solo eso, sino que se ubica en el
tercer lugar de la tabla de goleadores con 13 tantos. Un domingo feliz para un
equipo que vuelve al camino de la victoria estando en su mejor estación, tras
pasar por un invierno. En la pizza se le hace notar un poco.
De verano
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| Gonzalo Rodríguez celebrando el gol del empate ante el Genoa (www.emol.com) |
La definición de Calcio como una raíz de lo que ahora se conoce como fútbol se remonta a las épocas medievales
donde el juego tenía más rudeza que estilo. Donde los escudos de los
contendientes hablaban mediante símbolos de aquello que les inspiraba y de
aquello que creían ser. Para el visitante, aquel que era recibido con crujidos
de dientes y miradas intimidantes, no era nada fácil salir, al menos completo,
de aquella batalla.
La Fiorentina debía ser el invitado de la Genoa
en el estadio Stadio Comunale Luigi Ferraris donde las banderas que ondeaban el
estandarte del león dorado eran abundantes. Las bengalas llenaban al cielo de
color rojo. Obtener la victoria allí en medio del foso no sería nada sencillo.
Pocas fueron las oportunidades para marcar o al
menos de generar peligro para los visitantes. El primer tiempo fue más una
lucha de resistencia que de dominio. Los pases eran cortados en la mitad de la
cancha, las incursiones en el área rival de esfumaban pocos balones creaban
vértigo. Y tras un gol recibido en el minuto 14’ callar a los felinos se miraba
difícil.
Tras una intensa riña futbolística los
fiorentinos lograron provocar el silencio en las gradas. Un cabezazo del
argentino Gonzalo Rodríguez le daba el empate a su equipo y un momentáneo punto
que los mantendría en el sexto puesto de la tabla general. Y así fue como con
calor y una alta temperatura salieron, quizá no contentos, pero sí conformes.
Fueron como la pimienta de la pizza, se notaron más.
El otoño
El Genoa tenía todas las variantes de la cocina
a su favor. Ellos eran los anfitriones y debían prepararle un buen plato a sus 18829
visitantes para ello tenía en frente a la Fiorentina. En pocos momentos dudó de
sus jugadas.
La parte medular se mantuvo activa cortando las
embestidas e impidiendo los avances y pases entre los espacios. Eso sí, con
muchas faltas. Burdisso fue el afectado del encuentro, el más rudo del césped
que cometió varias faltas. Tuvo constantes amonestaciones hasta que vio la
amarilla y luego se repitió hasta ser expulsado.
Mientras que su compañero Sturaro fue el que
les dio el grito de gol a los genoveses en el minuto 14’ tras un disparo que
pegó en el palo y luego rebotó en la cabeza del arquero de la fiore Tătăruşanu y el gol se le dio en propia
puerta.
Finalmente, los de Génova pudieron hacer la
pizza, tuvieron todos los ingredientes y decidieron que sería cuatros
estaciones. Cocinaron, comieron y quedaron en la novena posición con 29 puntos
en la tabla de la Serie A.
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